domingo, 11 de septiembre de 2011

Fieras de colores


Formas exageradas y colores vivos, agresivos. Es una visión dura, desde mi perspectiva de amante de la pintura. No consigo concentrarme, delante de Matisse. Lo pueden probar, ustedes mismos. Siéntense, cojan asiento. Para esto, tampoco hace falta desplazarse muy lejos. Si tienen la posibilidad de viajar hasta San Petersburgo, París o Bruselas, háganlo, valdrá la pena. De todas formas es odioso ir andando por un museo, de un lado para otro. Sin rumbo y lo que es peor, sin entender lo que contemplas. Desgraciadamente, el arte es así de selectivo. No todo el mundo tiene la paciencia de entretenerse delante de un cuadro, buscarle una explicación a lo que ve, estudiar colores y forma.
Somos muy simples y lo queremos todo inmediato. Ahora bien, no entiendo el porqué de tanta rapidez… ¿Somos fieras? Sedientos de aprender cuatro características, soltarlas en una estúpida reunión y quedarnos bien. Así, sin problemas y aún creemos que sabemos algo. La cuestión es decir palabras comodín, ni que sean extravagantes, cualquier palabrita técnica sirve.
Primavera de 1905, un París delirante, en constante evolución pictórica. París da vueltas cómo si se tratase de una noria. Todo tiene su fecha de caducidad. La pintura, no puede ser una excepción.
Las fauvistas, a diferencia, de los cubistas, los expresionistas y otros artistas, agrupados en movimientos pictóricos no formaron asociación ninguna. Bien, el grupo era tan heterogéneo e independiente, difícilmente unido. Matisse lideró el grupo de cinco pintores, aunque cada artista, una historia, un mundo apasionante para descubrir.
¿Pinceladas trazadas sin pensar? Obviamente, no. Nada está pintado por azahar. Había la necesidad de enfadarse con el mundo. Romper lo establecido, las convenciones sociales. Empezaban a crearse guetos, nidos de bohemios. Aprendices, pintores frustrados e hijos de familias burguesas, aburridos de una vida monótona.
Choca, la raya verde. Es más, a todos nos provoca una sensación de coalición ¿Impacta? Si nos sorprende, aún es una obra avanzada. Y lo creo firmemente, a veces, los europeos parecemos antiguos e inamovibles.

Antoni Rondán y Justribó

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